Wolton (2000), plantea el mito del “valor perse” de las tecnologías, y la creencia que tienen algunos docentes en que la herramienta como tal, permiten la transformación en cuanto a la manera de aprender y acceder al conocimiento.
Frente a lo anterior, estoy convencida, que es necesario emplear las TIC como apoyo para el acceso a la información, pero a su vez emplear complementariamente, metodologías que permitan la reflexión individual y colectiva para la construcción del conocimiento.
Con lo anterior, quiero decir, que con todo esto, no caigamos en error al pensar que la transformación educativa no va a depender de la máquina, sino del uso pedagógico que hagamos de ellas, y como esta complementa el proceso de aprendizaje.
Me llama mucho la atención, además me parece interesante, la manera como Cabero (1983). Hace un recorrido en el tiempo, mencionando las TIC que se han venido usando a lo largo del tiempo en muchas instituciones educativas, y cómo han ido evolucionando según las necesidades sociales y desarrollo tecnológico. También menciona que pese a este desarrollo mismo, se ha intentado eliminar la figura del docente, ya muchos proyectos han fracasado en su ejecución a causa de estos.
Es cierto que existen muchas situaciones que truncan muchas veces el deseo de ir más allá y permitir la inclusión de las nuevas tecnologías a los espacios de formación.
Sin embargo considero, que pese a esto, nuestro reto como estudiantes y docentes, es prepararnos para afrontar y dar solución a los múltiples problemas que truncan este deseo, ser multiplicadores desde nuestros entornos de aprendizaje, seducir, cautivar, convencer, que existe un recurso que permitirá como dice Cabero (2000), crear un espacio de formación donde el estudiante, trabaje a su propio ritmo, necesidades e intereses, “una formación justo a tiempo”.
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